Diego Mendiola, reelegido coordinador de IU, destaca que su capacidad de influir en el cumplimiento del programa pactado con el PSOE es notable
Feli Agustín/El Día de La Rioja
Reelegido coordinador de Izquierda Unida, la organización se ha marcado como objetivo lograr mayor implantación y presencia, después de que, según consideran, en el ámbito de la comunicación se ha trabajado «mucho y bien», tanto en medios como en redes sociales. Mejorar la coordinación con concejales y alcaldes o grupos de trabajo figura también en la hoja de ruta de una coalición cuyo cabeza visible -además de, claro, la diputada Henar Moreno- defiende con fervor a otra mujer, Yolanda Díaz, militante como él del Partido Comunista, como futura 'lideresa' de la izquierda española.
Mucho han cambiado las cosas en estos cinco años desde que fue elegido. ¿Se imaginaba entonces estar apoyando al gobierno?
Las cosas no tienen nada que ver con la situación de hace cinco años, cuando fui elegido coordinador por primera vez. El contexto político era totalmente distinto, tanto en los ámbitos nacional y autonómico, como en el seno de la organización. Pienso que el tiempo ha dado la razón a aquellas personas que estaban dispuestas a colaborar en un proyecto que creía que Izquierda Unida era una formación indispensable en La Rioja.
¿Y qué espera de esta nueva etapa?
Colectivamente nos planteamos salir reforzados como organización política, tener ilusión en el trabajo, ser críticos y conscientes de que hay cosas en las que tenemos que mejorar. Somos una formación política humilde, con recursos escasos y llegamos donde llegamos. El objetivo que nos marcamos es generar ilusión, ampliar el compromiso y llegar a más personas que se puedan sentir identificadas con la política que desarrolla IU. Ello debe servir para animarles a que den el paso para participar en la vida política porque incrementar la base social implica aumentar presencia en todos los ámbitos.
Aunque de forma externa, ustedes son la piedra angular sobre la que se sustenta el Gobierno riojano. ¿Satisfechos con su aportación?
Muchas veces tienes una oportunidad y el hecho de estar o no en el gobierno, ser o no ser determinante, depende del uso que se haga de esa posición que te han otorgado los votos de los ciudadanos. Y creo que Izquierda Unida está haciendo muy buen papel. A pesar de tener solo una diputada en el Parlamento autonómico, Henar Moreno, la capacidad de intervención política, de generar debates, de influir en el cumplimiento del programa que se pactó con el Partido Socialista es sobresaliente. Es manifiestamente claro que la gente de IU lo apoya y así lo percibimos cuando salimos a la calle e interactuamos con los ciudadanos. Son conscientes de que sin IU algunas medidas o aspectos recogidos en el acuerdo programático encaminados a recuperar servicios públicos, mejorar las condiciones laborales, incidir en la formación o la educación pública, irían más lentas.
¿En que aspectos piensa que se debe profundizar?
Se han conseguido cosas. Se han recuperado servicios sanitarios, algo que en otro tiempo hubiera parecido increíble, pero la gran asignatura pendiente es, seguramente, el reforzamiento de la enseñanza pública. Ahí, el PSOE no tiene tan clara la necesidad de apostar por un eje vertebrador, como es la educación pública. Y esa es la asignatura pendiente dentro de una dinámica de la que estamos muy satisfechos, con la recuperación del transporte sanitario público básico, que será asumido por la Sociedad Riojana de Cuidados Integrales de nueva creación. Es un ejemplo en todo el país y nos sentimos muy orgullosos de marcar un precedente para otras comunidades autónomas.
¿Espera terminar con el convenio con Alcaste?
Ahí reside el problema de la judicialización de la política. Cuando los sectores reaccionarios pierden elecciones recurren al estado profundo. ¿Y qué es lo que controlan? La Judicatura, uno de los poderes que no hizo la transición. No están los mismos jueces que en el 75, pero ideológicamente tienen los mismos conceptos. Así pues, cuando se pierde una batalla política se recurre a lo judicial. Éramos conscientes de que podía ocurrir, no somos ingenuos, pero una cosa son las dificultades que nos encontramos por el camino y otra cosa es la determinación. Pensamos que hay que apostar por una educación pública, laica e igualitaria, contraria al clasismo y a la separación de la ciudadanía en castas desde que son niños. Incluso, una cuestión tan absurda, como separar por sexos.
¿No se han vuelto a plantear formar parte del Gobierno riojano?
En ningún momento; ese debate no está en la organización. Podría suceder si pensáramos que nuestra presencia en el Gobierno aceleraría el cumplimiento del programa, pero no estoy seguro de eso. Hacerte cargo de una consejería implica gestionarla día a día y desentenderte del cumplimiento de las políticas generales. No está encima de la mesa, aunque tampoco nos cerramos en banda.
Comparten grupo parlamentario, el Mixto, con Raquel Romero, consejera de Podemos. ¿Qué relación mantienen con ella?
Somos dos secciones separadas, que trabajan de manera totalmente independiente. Sí hay que reconocer que no se han desmarcado, en ningún momento, del cumplimiento del pacto.
Es una consejería que ha sufrido situaciones que, en ciertas ocasiones, le han llevado al descrédito. ¿No temen que les salpiquen?
Pienso que la ciudadanía es mucho más inteligente de lo que muchas veces pensamos. Creo que la opinión pública reconoce que son dos fuerzas políticas distintas e independientes.
¿Cree que su organización se está viendo reforzada por su apoyo al Gobierno?
Creo que el trabajo de Henar en el Parlamento, apoyada por militantes y simpatizantes, está demostrando que Izquierda Unida es una fuerza política seria, que defiende políticas aplicables encaminadas a redistribuir la carga fiscal y mejorar servicios públicos y condiciones laborales. La presencia en el Parlamento nos está permitiendo llegar a personas que nos veían como menos útiles y pragmáticos de lo que a día de hoy nos consideran. Se nos ha dado la oportunidad y la estamos aprovechando.
¿Les ha alejado de la calle?
De la calle solo nos ha alejado la pandemia. Hemos estado con sindicatos, con el transporte sanitario, en San Román, Santurde, con la marcha del pueblo saharaui... Creo que en ningún caso el Parlamento nos ha alejado; al contrario, nos ha permitido llevar las reivindicaciones de la calle a las instituciones, donde han ganado visibilidad y apoyo.
¿Cómo son sus relaciones con Podemos, que poco tiene que ver con Romero?
Sufrieron un conflicto interno, pero hay unas personas legitimadas para representar la organización, como así reconocen los jueces, y a ellas nos debemos. No hablamos con personas que se autoerigen como dirigentes, sino con aquellas que tienen el aval de la organización. Con ellas mantenemos un diálogo normal.
El PSOE, el principal socio de gobierno, ha atravesado también sus dificultades y ha sustituido a la ejecutiva y al secretario general. ¿Han cambiado las relaciones?
Entendemos que no debe ser así, que un partido decida relevar de la responsabilidad a determinadas personas no es una causa para cambiar las políticas ni el programa. En el Partido Socialista se lleva la línea política que se pactó en 2019 y el documento firmado tiene la misma validez.
En el Ayuntamiento de Logroño, a pesar de que concurrieron en las listas de UP, no tienen representación, una concejal es de Podemos y el otro edil de Equo. ¿Pueden influir a través de ellos en las políticas de la capital?
No tenemos relación con el grupo de Unidas Podemos en el Ayuntamiento de Logroño. Funciona totalmente ajeno a las organizaciones que le dieron validez legal. A los pocos meses, Equo se integró con la formación de Íñigo Errejón y nosotros siempre defendemos que las actas son de los partidos; se tiene que decidir colectivamente si ese concejal se queda o releva. De hecho, se invistió a Pablo Hermoso de Mendoza sin ningún programa, algo que IU nunca hubiera permitido. Y eso es lo que consideramos más grave, que se integraran en un gobierno municipal sin haber pactado ningún programa sobre el Logroño que queremos. El programa que aplican es, casi exclusivamente, el del PSOE.
¿No les gusta la política del PSOE de Logroño?
No estamos diciendo eso, pero evidentemente no nos podemos hacer solidarios con la política que lleva a cabo el Ayuntamiento de Logroño por la irresponsabilidad de no pactar un programa. Izquierda Unida no hubiera dado el cheque en blanco de investir a un alcalde sin saber qué va a hacer; el alcalde es prescindible, el qué hacer no.
Usted es concejal en Santo Domingo y comenzó apoyando al gobierno municipal, del PSOE, que al poco tiempo cambio de manos.
Creo que lo que pasó se puede sintetizar en que todo el mundo sabía que habían ganado las derechas, que sumaban siete ediles frente a las izquierdas que sumábamos seis, menos ellos. Lo absurdo fue que no llegaran a un acuerdo para investir un candidato de derechas el 15 de junio. Porque no hay votos suficientes para una moción de censura, pero en Santo Domingo cualquier cosa puede pasar. Hay discrepancias y tensiones entre los partidos del gobierno local, PP y Muévete Santo Domingo, porque apelan a la misma base social.
Tienen presencia en otros ayuntamientos y dos alcaldías, en Berceo y Camprovín.
Es muy importante para nosotros reivindicarnos como una fuerza municipalista y con presencia en el mundo rural.
Si mañana hubiera elecciones, ¿volverían a concurrir con Podemos?
Afortunadamente, mañana no hay elecciones. Y no sería a IU a quien le pillarían con el paso cambiado; creo que le iría peor a la derecha. Queda año y medio y hay una voluntad clara de crear un frente amplio a nivel nacional que integre a fuerzas políticas que están, han estado o están cercanas a Unidas Podemos. Esta es la consecución de lo que nosotros planteamos, la unidad popular entre distintos, un frente amplio de partidos con tradiciones compatibles, pero diferentes. Este es el objetivo de la inmensa mayoría de la izquierda alternativa.
¿Está satisfecho con la acción de sus compañeros en el Gobierno de España? Alberto Garzón está pasando desapercibido.
Un gobierno es economía; trabajo es economía y en ese ministerio Yolanda Díaz está haciendo una gran labor, al frente de un departamento que está teniendo una importancia enorme. Se está demostrando que la crisis de 2008 no se afrontó con las mismas políticas y visión que ahora y creo que la figura de Yolanda Díaz despierta muchas envidias, que es el, al final, el trabajo de Podemos, IU y el grupo confederal. A veces la visibilidad depende de la coyuntura; a Salvador Illa no le hubiera conocido nadie si no hubiera sucedido una pandemia.
¿Cómo piensa que va a acabar la pelea entre Yolanda Díaz y Nadia Calviño sobre la reforma laboral?
Nadia Calviño es la representante de la oligarquía, la correa de transmisión del Ibex 35 en el Consejo de Ministros, cosa que es lógica porque en el gobierno de un país tiene que estar representado el capital y grandes empresas, pero también la clase trabajadora, que es a la que defiende Yolanda Díaz. Para que un país funcione tiene que haber un equilibrio y negociación donde no deben ganar siempre los mismos. La reforma laboral del PP favoreció obscenamente, a priori, a los empresarios, y no a todos. Los ERTE estaban planteados en esta reforma y bien utilizados han funcionado bien, pero hay otras cuestiones que obligan al trabajador a luchar por sus derechos frente a la patronal y eso es algo hay que equilibrar. Ocurra lo que ocurra, la victoria es de Yolanda. El PSOE, de forma muy torpe, se posicionó en contra de un compromiso escrito para derogar la reforma laboral.
Habla de equilibrio. ¿Lo hay en el Gobierno de España?
Tengo que reconocer que era muy reacio a entrar en el Gobierno nacional, pero la presencia de Unidas Podemos y su capacidad de maniobra, sin ser todo lo que quisiéramos tirar del PSOE, es beneficiosa para las clases más populares, algo que hubiera sido más complicado en un gobierno en minoría.
Se refiere continuamente a Yolanda Díaz. ¿Da por hecho que será la nueva lideresa de la izquierda?
La conozco hace muchos años, y también creo que hay muchas personas de gran valía en el espacio. ¿Puede ser una nueva buena líder? Pienso que en este momento puede ser mejor líder que los que han estado en esta última década liderando la izquierda alternativa. Puede ser una buena líder, pero los líderes por sí mismos no son nada; hemos visto hiperliderazgos que han pasado a la irrelevancia, como ha pasado en Cs y algunas confluencias de Podemos. El liderazgo es fundamental, pero debe estar ayudado, sustentado y controlado por estructuras y base.
¿Está convencido de ese frente de izquierdas?
En ello se está trabajando. Competir entre organizaciones cuyas diferencias, a veces, no son profundas, solo de matiz y, en ocasiones, de índole personal, no es muy práctico. Hay mucha gente trabajando en la línea de la unidad, que me parece la postura más inteligente.
El Partido Comunista celebra su centenario. ¿Qué futuro le augura?
Creo, como decía Julio Anguita, que el papel de la izquierda debe ser la defensa global de los derechos humanos.
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