Ya que la
propuesta que se trae hoy aquí trata de España, hablemos de España, leamos de
España, discutamos de España, lloremos a España, gritemos a España,
españolísimamente españolas todas las gentes de España.
Hay un texto
de Antonio Machado que debería figurar en letras de molde en todas las aulas de
todas las escuelas españolas. Un poeta tan genuinamente español que todavía hoy
reposa en el cementerio de Colliure, en el Rosellón, en la Cataluña francesa:
"Sabemos que la patria no es una finca
heredada de nuestros abuelos; buena no más para ser defendida a la hora de la
invasión extranjera. Sabemos que la patria es algo que se hace constantemente y
se conserva sólo por la cultura y el trabajo. El pueblo que la descuida o
abandona, la pierde, aunque sepa morir. Sabemos que no es patria el suelo que
se pisa, sino el suelo que se labra; que no basta vivir sobre él, sino para él;
que allí donde no existe huella del esfuerzo humano no hay patria, ni siquiera
región, sino una tierra estéril que tanto puede ser nuestra como de los buitres
o de las águilas que sobre ella se ciernen.
¿Llamareis patria a los calcáreos montes,
hoy desnudos y antaño cubiertos de espesos bosques, que rodean esta vieja y
noble ciudad? Eso es un pedazo del planeta por donde los hombres han pasado, no
para hacer patria, sino para deshacerla. No sois patriotas pensando que algún
día sabréis morir para defender esos pelados cascotes; lo seréis acudiendo con
el árbol o con la semilla, con la reja del arado o con el pico del minero a
esos parajes sombríos y desolados donde la patria está por hacer."
Texto al que
se podría adjuntar el extracto de la carta que dirigió al escritor ruso David
Vigodsky. Una reflexión que bien podría ser melliza de la que hiciera Pepe
Díaz:
“En España lo mejor es el Pueblo. Por eso la
heroica y abnegada defensa de Madrid, que ha asombrado al mundo, a mí me
conmueve, pero no me sorprende. Siempre ha sido lo mismo. En los trances duros,
los señoritos invocan la patria y la venden; el Pueblo no la nombra siquiera,
pero la compra con su sangre y la salva.”
Es de obligado
cumplimiento continuar leyendo “Ecce hommo”, un soneto de José Bergamín,
fervoroso católico, español, taurino, poeta, republicano y comunista.
Dicen
que España está españolizada,
mejor
diría, si yo español no fuera,
que,
lo mismo por dentro que por fuera,
lo
que está España es como amortajada.
Por
tan raro disfraz equivocada,
viva
y muerta a la vez de esa manera,
se
encuentra de sí misma prisionera
y
furiosa de estar ensimismada.
Ni
grande ni pequeña, sin medida,
enorme
en el afán de su entereza,
única
siempre pero nunca unida;
de
quijotesca en quijotesca empresa,
por
tan entera como tan partida,
se
sueña libre y se despierta presa.
Sigamos con un
fragmento de la más bella reflexión sobre los “desterrados”, los españoles más
puros de todos. Un texto sacado de “Memoria de la melancolía” de María Teresa
León, escritora riojana y compañera de Rafael Alberti:
Estoy cansada de no saber dónde morirme. Esa
es la mayor tristeza del emigrado. ¿Qué tenemos nosotros que ver con los
cementerios de los países donde vivimos? Habría que hacer tantas presentaciones
de los otros muertos, que no acabaríamos nunca. Estoy cansada de hilarme hacia
la muerte. Y sin embargo, ¿Tenemos derecho a morir sin concluir la historia que
empezamos? ¿Cuántas veces hemos repetido las mismas palabras, aceptando la
esperanza, llamándola, suplicándola para que no nos abandonase?
Porque todos los desterrados de España
tenemos los ojos abiertos a los sueños. León Felipe aseguró que nos habíamos
llevado la canción en los labios secos y fruncidos, callados y tristes. Yo creo
que nos hemos llevado la ley que hace al hombre vivir en común, la ley de la
vida diaria, hermosa verdad transitoria. Nos la llevamos sin saberlo, prendida
en los trajes, en los hombros, entre los dedos de las manos... Somos hombres y
mujeres obedientes a otra ley, a otra justicia que nada tenemos que ver con lo
que vino y se enseñoreó de nuestro solar, de nuestros ríos, de nuestra tierra,
de nuestras ciudades. No sé si se dan cuenta los que quedaron por allá, o
nacieron después, de quienes somos los desterrados de España. Nosotros somos
ellos, lo que ellos serán cuando se restablezca la verdad de la libertad.
Nosotros somos la aurora que están esperando.
Un día se asombrarán de que lleguemos, de
que regresemos con nuestras ideas altas como palmas para el domingo de los
ramos alegres. Nosotros, los del paraíso perdido.
Por ultimo
decir que el Grupo Municipal de Izquierda Unida suscribe al cien por cien las
palabras de Juan Ramón Jiménez cuando abandonaba para siempre su país: “Ahí
tenéis, casticistas, la tan cacareada «reciedumbre» de España.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario