En cuanto al
tema que vamos a tratar hoy, es necesaria una explicación sobre los
antecedentes que afectan a la subida de impuestos y tasas a través de la
modificación de las ordenanzas fiscales para el próximo año. Leíamos en la
prensa esta mañana que el año pasado el porcentaje de subida fue del 3,1% y
este año se propone sea del 3,4% coincidiendo en ambos casos con la variación
interanual del IPC, salvo honrosas excepciones que no voy a enumerar (IBI 2.2,
agua, vados, terrazas, cine, piscinas, tendidos, quioscos). Además, teniendo el
precedente de los dos últimos años de la anterior legislatura en que
permanecieron congeladas.
Ayer se
argumentaba que se trata de una actualización (al alza, no a la baja), que no
deja de ser nada más que un eufemismo en el que esconder lo que es en realidad,
una subida sobre la subida del año anterior. Nosotros preguntábamos por las
razones, y la contestación por evidente no dejó de ser menos sorprendente, ya
que lo que se planteó es que el precio de los servicios a nivel general se ha
incrementado y por tanto es necesario no producir un desfase. Sirva de ejemplo
la repercusión que tiene el incremento veraniego del IVA, un impuesto indirecto
y horizontal extraordinariamente injusto, que hace que todo se encarezca en
gran medida. Sin embargo, que el precio de las cosas se encarezca (eso es lo
que indica el IPC) no quiere decir que la disponibilidad y capacidad económica
del conjunto de la sociedad se incremente en igual medida, se compense, y además sea asumible. De hecho, la capacidad
económica de la ciudadanía no para de descender tanto directamente (congelación
de salarios, aumento del paro…etc.) como de forma diferida (recortes sociales
en educación y sanidad…etc.).
De sobra
sabemos que estas subidas se van a achacar a la famosa “herencia recibida”, que
es en política española, también calceatense, lo que el comodín en el juego de
cartas. Si la herencia era o es tan complicada de gestionar como se repite una
y otra vez, algo que no era desconocido para el conjunto de la ciudadanía, ni
mucho menos para las fuerzas de la oposición (y ahí les incluyo a ustedes y a
nosotros), el deber era ser más comedido en los anuncios bomba en el ámbito
fiscal y haber sido más cautos en la redacción de programas y propuestas. Lo
que ocurre es que el beneficio electoral no es cosa baladí, y no reporta el
mismo beneficio defender el mantra de la bajada de impuestos que apostar por la
progresividad y defender los impuestos (siempre que sean justos) como una
herramienta indispensable para cohesionar la sociedad.
Resumiendo,
¿es legítimo que como fuerza mayoritaria suban los impuestos un 3,4%? Por
supuesto que sí. ¿Es completamente obligatorio subir los impuestos en base a la
propuesta que ustedes traen? Rotundamente no. ¿Se puede formular una propuesta
y trabajar en la dirección de hacer más eficaces, progresivos y justos los impuestos conjugando en algunos
casos subidas, mantenimientos y bajadas (atendiendo en ciertos casos a la
renta) y con sensibilidad social? Rotundamente sí. Esta es nuestra posición a
día de hoy. Milimétricamente la misma que teníamos previamente al 22 de mayo.